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Adiós a Gregorio el memorioso. Salúdame a Parra
Mi abrazo especial a su esposa, Amelia Pérez. Sintiéndolo mucho.Por: Diana Salinas
Hablamos por última vez el 23 de abril de este año. Estaba expectante, dispuesta a escucharle señalar que me había equivocado en algún detalle en el libro que está próximo a salir. Lo imaginé decir: “La historia no comenzó ese día”. O: “Sobre esto solo sabía yo y fue así”. En medio de dos terquedades, la suya y la mía, terminé por ceder. Gregorio, “el memorioso”, como lo nombré entre páginas, tenía razón. Siempre la tuvo. Se lo reconocí. De paso, le rendí el homenaje que se merecía.
Con el tiempo, Gregorio Oviedo Oviedo se convirtió en la fuente más cascarrabias de la historia del Parqueadero Padilla que abordé. Me pasé el dedo por la frente y dije:
—¡Por fortuna!
Exigía absoluta precisión de lo sucedido antes de aquel 30 de abril de 1998, cuando él y su equipo de investigadores hallaron la oficina financiera de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) en el anti emblemático Parqueadero Padilla, un estacionamiento en el famoso sector del centro de Medellín, llamado El Hueco, a escasos metros de La Alpujarra.